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:: Creación Blog: 31 Enero 2012 ::
Peruanos y amigos del Mundo.
Me es grato dirigirme a todos Ustedes como en esta
ocasión de las fiestas de fin de año, cuando las familias se reúnen en la
intimidad del hogar. Para nosotros la familia constituye la piedra básica de
nuestro País. En los umbrales del hogar quedan las ficciones y las hipocresías
del mundo para entrar en el templo de la verdad y de la sinceridad. No en vano
sobre la fortaleza de los hogares se ha levantado nuestra mejor Historia. Al
correr de los años, nuestra Nación ha sido, más que una suma de individuos, una
suma de hogares, de familias con un apellido común, con sus generaciones y
jerarquías naturales y sagradas, con la solidaridad que mueve a unos en
servicio y ayuda de los otros y que hace sentir con más fuerza que si fueran
propias las desgracias o los sufrimientos de los demás. Por la elevación de
sentimientos que el orden familiar entraña, por la solidaridad del común
destino, por la red de efectos y tradiciones acumulados al correr de los años,
que de padres a hijos se transmiten con la antorcha del deber, de los honores,
del trabajo o del sacrificio, no sólo es semejante lo que puede establecerse
entre la familia y la Patria, sino que la familia constituye un modelo, un
arquetipo para nuestro País.
Tengo la satisfacción personal de introducirme en vuestra
intimidad familiar para rogarles que pidamos a Dios, como yo lo hago en este
día, para que nuestro País alcance la cohesión, el espíritu y la fuerza
indestructible de los hogares cristianos y de las tradiciones familiares
Peruanas. Que seamos leales y sinceros dentro de nuestro País, como lo somos en
nuestro reducto familiar.
La mayoría de los males que el mundo padece proceden precisamente de haberse ido destruyendo los principios cristianos de la vida familiar, sobre los que la existencia de las naciones se asentaba. Menoscabada la familia y socavado, el sólido cimiento, forzosamente había de derrumbarse el edificio. ¿Cómo puede extrañarnos el egoísmo, la falta de caridad del hombre frente al hombre, si hemos venido destruyendo lo que de excelso y divino en el hombre existía? ¿Cómo podemos aspirar a la fraternidad humana si, destruida la paz cristiana de nuestros hogares, se fomentan las divisiones entre vecinos y se estimula y se da estado a las escisiones en los estamentos de nuestro País? ¿Qué justicia puede existir entre los hombres cuando los instintos y las pasiones constituyen la base de la sociedad moderna, contradiciendo las virtudes indispensables para que la justicia resplandezca? ¿Qué justicia puede lograrse sin rectitud de conciencia y sin decálogo? ¿Qué importa que se proclamen derechos y libertades, si las virtudes, la rectitud, la equidad y los respetos humanos faltan tanto, en los encargados de garantizarlos como en los propios usuarios?
La mayoría de los males que el mundo padece proceden precisamente de haberse ido destruyendo los principios cristianos de la vida familiar, sobre los que la existencia de las naciones se asentaba. Menoscabada la familia y socavado, el sólido cimiento, forzosamente había de derrumbarse el edificio. ¿Cómo puede extrañarnos el egoísmo, la falta de caridad del hombre frente al hombre, si hemos venido destruyendo lo que de excelso y divino en el hombre existía? ¿Cómo podemos aspirar a la fraternidad humana si, destruida la paz cristiana de nuestros hogares, se fomentan las divisiones entre vecinos y se estimula y se da estado a las escisiones en los estamentos de nuestro País? ¿Qué justicia puede existir entre los hombres cuando los instintos y las pasiones constituyen la base de la sociedad moderna, contradiciendo las virtudes indispensables para que la justicia resplandezca? ¿Qué justicia puede lograrse sin rectitud de conciencia y sin decálogo? ¿Qué importa que se proclamen derechos y libertades, si las virtudes, la rectitud, la equidad y los respetos humanos faltan tanto, en los encargados de garantizarlos como en los propios usuarios?
El destino de un País está inexorablemente ligado a la
virtud o a los vicios de su pueblo; no sólo porque no es posible levantar una
nación donde falte el cimiento de su célula básica, sino porque por encima de
apariencias y de situaciones eventuales, existe una suprema voluntad que en su
inescrutable justicia derrama las bendiciones o las tribulaciones sobre los
pueblos.
Si las virtudes cristianas de los hogares alcanzan
tanta trascendencia para la vida y el porvenir de toda la Nación, también el
gobierno y la marcha de la Nación tienen una honda repercusión sobre la vida
intima de nuestros hogares; no en vano la Patria es como una gran nave en que
todos nos encontramos embarcados y que nos hace participes de sus desgraciados
derroteros.
Es preciso respetar la dignidad humana, en especial la de
los más pobres, indefensos y débiles, poniendo los bienes de la creación al
servicio de la humanidad y no simplemente de unos pocos privilegiados
económicamente. Porque si no lo hacemos así, es cuando aparecen las
injusticias, los sufrimientos, las desigualdades, y las diferencias, que suelen
derivar en conflictos sociales y, en última instancia, en guerras, producto de
la envidia, la codicia, la injusticia, y el resentimiento.
Las primeras comunidades cristianas y las que viven el mensaje actualmente de
forma activa, compartían y comparten incondicionalmente todo lo que tienen y lo
ponen a disposición de los más desfavorecidos, de una u otra forma. Sólo así la
paz, que es el fruto de la justicia, puede reinar entre los seres humanos. Es
decir, cuando los bienes de Dios llegan a todos los seres humanos.
Jesús vino al mundo para traer un mensaje de paz, pero ésta empieza en el
corazón de cada individuo y en el respeto a los demás. De esta forma, cuidando
la naturaleza, la creación, y el plan de Dios para el hombre, que vemos en la
figura de Jesús, podemos acercarnos a la paz. Alejarse de ese concepto, es
alejarse de la paz. Lo vemos diariamente en todas partes, con un mundo
convulsionado por las guerras.
Terminamos un 2012 en el que se trabajo mucho y se creció aun más pero como siempre nos queda mucho por hacer.
Que Dios depare a todos Ustedes un feliz Año Nuevo, en
paz con nuestra conciencia y con nuestros prójimos, y en atenta espera hacía
los afanes y trabajos del año 2013
que comienza.
¡Arriba Perú.!