La Familia

¿Tener un hijo? O mejor, un perrito
Lo que antes era un anhelo de los recién casados, hoy ya no es su prioridad; nacen así los denominados ‘childfree‘ o ‘dinks’ (‘double income, no kids’ que se traduce a: doble ingreso, no niños) son parejas de nivel socio económico medio-alto, que han decidido como proyecto de vida no tener hijos e invertir sus ingresos en ellos mismos.
A esta realidad se refirió el Papa Francisco hace pocos días: “Esta cultura del bienestar de hace diez años nos ha convencido: ‘¡Es mejor no tener hijos! ¡Es mejor! Así puedes ir de vacaciones, a conocer el mundo, puedes tener una casa en el campo... Estás tranquilo’. Pero quizá sea mejor, más cómodo, tener un perrito, dos gatos, y el amor va a los dos gatos y al perrito. Y al final este matrimonio llega a la vejez en la soledad”.
Tener hijos es una de las decisiones más cruciales, y no es para menos, está en juego una nueva vida, que ha de ser un proyecto educativo por varios años. Es una gran responsabilidad, que si bien, siempre se ha reconocido así, ahora algunos matrimonios prefieren dejarla de asumir, ¿por qué? Egoísmo, egocentrismo, comodidad, materialismo, pueden ser algunas de las razones.
Lo cierto es que no nos detendremos en las causas, sino que nos ocuparemos en destacar las bondades de tener hijos.
Bondades de tener hijos
Tener hijos es una de las decisiones más importantes de la vida y en ningún caso se debe tomar a la ligera, ni por presión, ni por moda, ni por intereses particulares; sólo hay una razón para traer un hijo al mundo: el amor. Amor que nace en un hombre y una mujer cuando se unen en el matrimonio. Las siguientes son algunas bondades:
Los hijos le dan sentido a la vida, se convierten en el motor, en la razón para levantarse cada día, luchar por lo que se quiere y salir adelante sin importar las circunstancias.
Los hijos son la luz de los hogares, llegan a las familias a alegrarles la vida, a enseñarles cómo se debe vivir y cómo se debe amar.
Los hijos hacen mejores personas a sus padres. Los niños son la mejor escuela de humanidad para los adultos.
Los hijos evitan la rutina en la relación conyugal. La convivencia se hace más grata, le dan felicidad a la pareja, mantienen vivo el amor entre los esposos, los hijos son la esperanza del matrimonio.
Los hijos son una motivación permanente en la construcción de la relación de pareja.
Los hijos fortalecen la unión matrimonial, en el sentido que trabajan unidos por un proyecto de vida, donde los hijos son pieza fundamental para el desarrollo del mismo.
Los hijos despiertan un amor nuevo y verdadero. La mayoría de los padres aseguran sentir que el amor por un hijo es incomparable y creen que es el verdadero amor.
Los hijos hacen abuelos a sus padres. Los nietos son uno de los mayores regalos de la vida.
Los hijos son el soporte en la vejez. Los hijos son las únicas personas que estarán ahí para la vejez, es una de las situaciones más bellas, pues en esos momentos la familia cobra su razón de ser.
Podrían ser muchas más y seguramente detrás de cada hijo hay una historia, y más que una historia, una misión por la cual ha llegado a este mundo.
Una reflexión final del autor Aníbal Cuevas: “Una sociedad con niños es más alegre, esperanzada, creativa, generosa, por una sencilla razón: tiene futuro. Y cuando hay futuro hay esperanza y razones para vivir. (…) No deja de ser cierto que existen situaciones de injusticia, explotación y verdaderos dramas; sin embargo creo que esto no justifica la negación del bien que supone que haya niños. Más bien ellos son un acicate para que los adultos hagamos un mundo mejor.” En su artículo Faltan niños.

 5 Ingredientes que no deben faltar en el matrimonio
El matrimonio tiene mucho que ver con el arte de cocinar. Se seleccionan los mejores ingredientes, se prepara cuidadosamente y se realiza un proceso de cocción. Luego se prueba y se plantean mejoras para que la próxima versión sea superior. Así debe ser el matrimonio, un proceso en permanente construcción para lograr un estupendo resultado, dando siempre lo mejor de cada uno. Y estos cinco ingredientes que no deben faltar:
1. El buen humor
Si bien es importante llevar una vida ordenada y con cierta estructura, igualmente es primordial ser flexible ante las circunstancias desfavorables que hacen parte de la naturalidad de la vida. Una sonrisa en medio de un ambiente tenso, puede despejar la hostilidad y cambiar el rumbo de una situación que seguramente no iba a desembocar en un buen final.
Francisco M. González en un artículo publicado por The Family Watch anota lo siguiente: “¡Cuántas amargas discusiones de pareja se evitarían si ante un malentendido, una presunción equivocada, el error inevitable o el despiste habitual, en lugar de la “chispa incendiaria” saltara la carcajada o la sonrisa franca y natural! En el fondo, el optimismo y el buen humor en el matrimonio creo que indican, también, madurez, imaginación y no tomarse por la tremenda lo que no tiene tanta importancia.”
 
2. La creatividad
En entregas anteriores se ha tratado el tema de la rutina y el peligro que ella representa para el matrimonio (Ver Erradicar la monotonía: reto en el matrimonio). No es de extrañar pues, que los quehaceres de la vida diaria desplacen los espacios que los cónyuges están llamados a compartir juntos, ¡gran error! Por ello se convierte en una tarea apremiante, elbuscar alternativas que rompan la monotonía e inviten a la re-conexión delapareja.
3. La comunicación
Se especula que la mayoría de las crisis matrimoniales tienen el mismo origen: falta de comunicación. No hay nada que una buena plática no pueda solucionar, el diálogo es una herramienta básica de toda relación humana y en especial cuando se trata de la conyugal.
Los esposos han de adoptar la comunicación como su aliada, su compañera y así llegar a conocer al cónyuge de manera tan profunda, que dicho conocimiento puede evitar situaciones que causen disgusto. Una pareja que se comunica, es una pareja que se reconoce, que identifica las fortalezas y debilidades del otro y sabe además encontrar un apoyo en los momentos de dificultad. La comunicación genera lazos de confianza e intimidad que fortalecen la relación. Un diálogo sincero, sereno, amoroso y respetuoso hace maravillas, incluso en ciertos casos, puede ayudar más que cualquier terapia.
 
4. El respeto
Una relación de respeto, es una relación fiel, sincera, amorosa. La autora Sheila Morataya Fleishman habla con relación a este tema y expone: “¿Recuerdas la primera vez que tuvieron una pelea y preferiste guardar silencio? O por lo menos ¿no alzaste la voz? Lo hiciste por respeto, ¿verdad? (…) La actitud `respeto´ hacia lo que el cónyuge es, decide, hace y opina es básica para que la relación de pareja no sufra heridas que con los años si no se cuidan pueden volverse en verdaderas llagas que jamás podrán cerrarse. El famoso filósofo Dietrich Von Hildebrand llamaba al respeto `la madre de todas las virtudes´, e insistía en que el respeto es la clave para una vida feliz y desde luego para un matrimonio feliz.”
Las faltas de respeto resquebrajan el amor e impiden además el desarrollo humano; desterrar estas negativas conductas, se convierten en una de las búsquedas incesantes del matrimonio.
 
5. La confianza
Todo aquello que se basa en la confianza, tiene un éxito casi que seguro. El confiar en el cónyuge, es decir, confiar en su amor, en sus capacidades, en sus promesas… es un acto que provee solidez a la relación. Depositar en el otro la confianza, es un acto de amor, es más, el matrimonio en sí mismo, es una demostración maravillosa de confianza, se entrega al otro lo mejor de sí para formar uno solo.
No olvidemos estos cinco ingredientes que están de lado del matrimonio, se encuentran al alcance de los esposos para servirles, ayudarlos y mantenerlos fortalecidos.
 
Pequeños actos que mejoran el matrimonio

Muchas veces los afanes de la vida, hacen que se dejen de lado las cosas sencillas que alimentan las relaciones, en especial la conyugal. Evitar algunos malos hábitos, así como emitir ciertos gestos, actos y palabras en los momentos más oportunos, pueden mejorar ostensiblemente el matrimonio.
Los siguientes son pequeños actos con enormes beneficios en la relación conyugal.

Sacar tiempo para los dos
Tiempo de calidad, de verdadera dedicación al otro para escucharle, conversar y divertirse juntos. Muchas veces los hijos, el trabajo, el hogar y demás ocupaciones, van robando tiempo a la pareja, hasta puede terminar desplazándola del todo. Es cuestión de proponerse y establecerlo como una prioridad.

Nunca gritarse
No dejarse vencer por la ira; mejor tener la fortaleza y el dominio para controlar la rabia e irritación que se siente cuando se discute. El grito es una agresión, independiente de lo que se diga. Moderación, educación y respeto ante todo.

Señalar las faltas con amor
Delicadeza y asertividad son las claves para decirle al cónyuge los aspectos en los que debe mejorar. Al expresarse de buena manera, el otro será más receptivo y lo tomará como una sugerencia constructiva en lugar de un “ataque” ofensivo.

Dar lo mejor de sí mismo
Implica salir del egoísmo para hacerle la vida mejor al esposo(a): darle gusto, ayudarle, cuidarle, como también evitar actitudes propias que al otro le desagradan.

Darle las “gracias” al cónyuge
Pocos saben la magnitud que puede tener una palabra de gratitud en el momento indicado. Dar las gracias al cónyuge es decirle que su acto tiene un valor importante y por eso lo retribuye.

No dejar un problema sin resolver
La humildad es un valor necesario en el matrimonio. Hay que olvidar los resentimientos y rencores, confiar en la pareja y abrirse al perdón.

Pedir disculpas y admitir los errores
Para muchos el pedir disculpas equivale a una humillación, pero es grande el que reconoce que es un ser humano con debilidades y defectos y que lucha cada día por superarse.

Alimentar el amor
Todos los días decirle algo cariñoso al cónyuge, cuidar los detalles, los mismos que a veces se pierden con los años. Si ellos faltan, el matrimonio comienza a vivir según las circunstancias y no por el amor.
 
Personalidades opuestas, ¿funcionan en el matrimonio?
Dicen que los polos opuestos se atraen... Basta observar las parejas que le rodean, incluso la propia, para darse cuenta que por lo general los cónyuges tienen personalidades diferentes; y en algunos casos son completamente opuestas. Sin embargo, estas disparidades de carácter no tienen por qué significar algo negativo, pues con el debido aprendizaje, pueden llegar a ser grandes aliadas de la relación conyugal.
 
El matrimonio es una pequeña empresa que necesita de varias habilidades humanas para que tenga permanencia en el tiempo, crezca diariamente, se mantenga unida, fortalecida y además genere "ganancias". Como el ser humano está en la permanente búsqueda de su desarrollo personal, tenemos las limitaciones propias de nuestra condición humana. Pero en el matrimonio, éstas se pueden convertir en fortalezas cuando se complementan unas con otras.

 
Cómo convertir las diferencias en oportunidades
Somos seres únicos e irrepetibles. Esta propiedad, como puede separar, también puede complementar y enriquecer las relaciones, hasta se podría afirmar que son necesarias: una misma situación vista desde diferentes ángulos, tiene mejores soluciones.
Los extremos son dañinos y perjudican las relaciones, pero gracias a los defectos de uno y las fortalezas del otro, el matrimonio se puede convertir en una sociedad armónica, equilibrada y efectiva. Veamos algunos ejemplos: mientras que una persona es cautelosa en los gastos, la otra es derrochadora; mientras que uno es muy nervioso, el otro es ecuánime; mientras que uno es drástico y autoritario con los hijos, el otro es más flexible; mientras que uno es desordenado, el otro es cuidadoso del orden; mientras que uno es realista, el otro es un eterno soñador; mientras que uno es lento e indeciso para tomar decisiones, el otro es seguro y decidido; mientras que a uno le cuesta socializar, el otro es extrovertido; mientras que uno es bueno para las finanzas familiares, el otro es bueno para la búsqueda de planes vacacionales… Dependiendo de la situación, serán necesarias ambas posturas de la vida para lograr un objetivo determinado. Así las diferencias toman un aire distinto, pues son asumidas como apoyo y no como impedimento.
Lo ideal es buscar un punto medio y así lograr que estas disparidades se conviertan en un instrumento para crecer juntos, mas no en ocasión de conflicto. La idea es que el cónyuge con determinada carencia, sea instruido y apoyado por su pareja. En este punto juega un papel importante la madurez para entender la buena intención del otro.
Puede suceder también que ambos esposos tengan las mismas características, en este caso es probable que se presenten momentos de desajuste al perder el equilibrio en la balanza, lo recomendable sería que los dos manifestaran y reconocieran su deseo por mejorar, y unidos proponerse a superar este impase.
Esta estrategia funciona bastante bien, se puede sacar provecho de las diferencias y en lugar de estar lamentándose y criticar las faltas del cónyuge, sacar partido de ello buscando el beneficio personal, matrimonial y familiar.
 
¿Es posible amarse para siempre?
Hoy en día existe un temor a tomar decisiones definitivas como es el matrimonio, pues se considera imposible mantener vivo el amor a través de los años. Sobre este tema ha hablado el Papa Francisco con motivo del mes de los enamorados, quien invita a no dejarnos vencer por la “cultura de lo provisional” pues el amor que funda una familia tiene que ser “un amor para siempre”.
 
Qué entendemos por “amor”
Con la sabiduría y simplicidad que lo caracterizan, el Papa Francisco inicia con una importante aclaración sobre el verdadero significado del amor, pues ante el temor del “para siempre”, lleva a muchos a decir: “Estamos juntos hasta que nos dure el amor...”. Por lo tanto cuestiona diciendo:
 
“¿Qué entendemos por "amor"? ¿Solo un sentimiento, una condición psicofísica? Ciertamente, si es así, no se puede construir encima nada sólido. Pero si el amor es una relación, entonces es una realidad que crece y también podemos decir, a modo de ejemplo, que se construye como una casa. Y la casa se edifica en compañía, ¡no solos!. No querréis construirla sobre la arena de los sentimientos que van y vienen, sino sobre la roca del amor verdadero, el amor que viene de Dios”.
“El matrimonio es un trabajo de orfebrería que se hace todos los días a lo largo de la vida. El marido hace madurar a la esposa como mujer, y la esposa hace madurar al marido como hombre. Los dos crecen en humanidad, y esta es la principal herencia que pasan a los hijos.” Añade.
Tres palabras en las que se debe basar un matrimonio
El Papa aclara que el “para siempre” no es sólo cuestión de duración. “Un matrimonio no se realiza sólo si dura, es importante su calidad. Estar juntos y saberse amar para siempre, es el desafío de los esposos.”
Y habla sobre la convivencia matrimonial: “La convivencia es un arte, un camino paciente, hermoso y fascinante... que tiene unas reglas que se pueden resumir en tres palabras: ¿Puedo?, gracias, perdona.
¿Puedo?. Es la petición amable de entrar en la vida de algún otro con respeto y atención. El verdadero amor no se impone con dureza y agresividad. Y hoy, en nuestras familias, en nuestro mundo, a menudo violento y arrogante, hace falta mucha cortesía.
Gracias. No es sólo una palabra amable para usar con los extraños, para ser educados. Es necesario saber decir gracias para continuar adelante juntos.
Perdona. En la vida cometemos muchos errores, nos equivocamos tantas veces. Todos. De ahí la necesidad de utilizar esta palabra tan sencilla: “perdona”. En general, cada uno de nosotros está dispuesto a acusar al otro para justificarse. Es un instinto que está en el origen de tantos desastres. Si aprendemos a pedir perdón y perdonar a los demás, el matrimonio durará, saldrá adelante.”
Finalmente, el Papa expresa con una chispa de buen humor: “Todos sabemos que no existe la familia perfecta, como tampoco existe el marido perfecto ni la mujer perfecta. Ni hablemos de la suegra perfecta…”.
 
Qué hacer y no hacer en el matrimonio
Hay algunos atributos básicos que pueden ayudar a fortalecer o a debilitar la relación conyugal, y precisamente por lo simples que son, pueden pasar desapercibidos y menospreciar su importancia.
Las siguientes son sólo algunas sugerencias para hacer para que el matrimonio permanezca unido y en armonía.
 
Mostrarse afecto
Tomarse de las manos, besarse, abrazarse, decirse cuánto se quieren... El afecto rompe las murallas que puedan haberse construido entre ambos.
 
Jugar y reír
Los momentos de alegría hacen que la pareja que sienta cómoda y feliz de estar junto a la persona escogida. Además de compartir las "cargas" de la vida común, no hay que olvidarse de disfrutar con el otro y hacerlo sentirse bien.
 
Alentarse mutuamente
El cónyuge es la única persona con la que se pueden compartir ciertas cosas. Escuchar al otro, alentarle y expresarle cuán importante es, hace que renazca la conexión en la pareja.
 
Invertir tiempo en su relación
El más duro obstáculo para los padres -y para muchos profesionales- es encontrar tiempo a solas con el otro. Asegúrese de conseguirlo. Sea una hora tranquilos en la habitación antes de dormir, o una cita afuera, hay que encontrar lo que mejor funcione y ponerlo en práctica. Ver algunas ideas aquí A solas con el cónyuge: la importancia de compartir tiempo juntos.
 
Qué no hacer
También existen actitudes que no benefician en nada la armonía matrimonial, y antes, la lesionan. Son las siguientes.
Negarse a perdonar. Enseñamos a nuestros hijos a perdonar, y nosotros ¡también debemos hacerlo! Algunas heridas toman más tiempo en cerrarse que otras, pero los rencores y resentimientos sólo alejan el amor, y dificultan mucho más el reencauzamiento de la pareja que ya ha sufrido un quiebre.
 
Burlarse del otro
El sarcasmo es la enfermedad más grande en nuestros hogares, y puede ser muy doloroso. La burla y los comentarios sarcásticos nunca construyen un hogar o un matrimonio. Hay que evitar este hábito dañino e intentar afrontar las discusiones de forma más considerada. El otro no es un enemigo, sino alguien a quien amamos y con quien estamos en desacuerdo en algún punto. No se debe perder este punto de vista.
 
Comparar al cónyuge
Las comparaciones sólo aumentan las debilidades en lugar de fomentar las fortalezas, porque vuelven inseguro a quien es comparado. Y por lo demás, jamás es justo para nadie. Debemos dejar de hacer aquellas cosas que perjudiquen la autoestima y la confianza de los que amamos.
 
Criticar
Todos cometemos errores. La paciencia con los errores ajenos, y la indulgencia, facilitarán mucho la relación, y puede lograr mucho más que la crítica. Las relaciones en que la crítica es frecuente también desvalorizan mucho al "errado" y quebrantan la confianza entre ambos.
 
Culpabilizar
Nunca resuelve nada y sólo divide a la pareja. Se aplica a esto lo mismo que a la crítica y la burla. Son todos medios malsanos de avanzar sobre el otro, como si fuese un enemigo o un contendor a quien debemos aplastar. Está claro que estos "métodos" no ayudan en nada a mejorar una relación.
 
Gritar y/o pelear muy fuerte
No estar de acuerdo o discutir es parte de cualquier relación matrimonial. Pero cuando comienza la tendencia de gritar, dar portazos, etc., puede convertirse en un hábito que termina destruyendo la comunicación. Aprenda a ser constructivo y práctico cuando no estén de acuerdo, o dese un tiempo hasta que sus emociones se calmen un poco.
 
¿Matrimonio aburrido? Claves para cambiarlo
Si bien la lista de causas que llevan a las rupturas conyugales sigue encabezada por la infidelidad, se observa ahora que el aburrimiento está haciendo estragos en los matrimonios, provocando que el proyecto común sea cada vez menos duradero. 
Aunque el aburrimiento en el matrimonio no es exclusivo de los tiempos modernos, sí hay una variación respecto a la forma de afrontarlo, que es precisamente el “no afrontarlo” y “sí evadirlo”. Pensamiento que podría tener explicación cuando vivimos en una civilización que insiste en el goce máximo a costa de cualquier cosa, motivando a las parejas a centrar sus expectativas en la inmediatez; de ahí que cuando apenas desaparece el encanto de los comienzos, echan mano de la primera solución: el divorcio.
 
El aburrimiento en el ser humano
El aburrimiento es un estado emocional negativo que se relaciona con la apatía, la insatisfacción y la falta de interés. Se puede decir que es también una actitud personal determinada por la pobreza de iniciativas para salir de una situación rutinaria. Asimismo, el aburrimiento nubla las perspectivas de futuro, causando un temible desinterés en los planes, en las personas y/o en la vida como tal.
Aníbal Cuevas, reconocido orientador familiar y escritor, señala: “La cuestión del aburrimiento tiene mucho que ver con la falta de ilusión y el olvido de los detalles. Normalmente llegan al aburrimiento quienes han perdido la capacidad de asombro y de ilusión por falta de práctica.”
Del mismo modo, Viktor Frankl, neurólogo y psiquiatra austriaco, expone: “El aburrimiento, síntoma del vacío existencial, se ha convertido en la enfermedad colectiva de la cultura occidental.”
Pero el aburrimiento se puede evitar. Volvemos a la famosa regla de oro: dichas amenazas causarán más o menos estragos en función de la actitud con la que cada quien las enfrente.
 
Amenaza para los cónyuges
El aburrimiento en el matrimonio es la raíz de otros males que lo aquejan.“Ocurre muchas veces que, sin palabras, se establece una especie de acuerdo para vivir aburridamente juntos el resto de sus vidas, que más que promesa de un alentador proyecto de vida, parece más una condena; alguno de los dos, o los dos, buscan fuera la novedad, los estímulos que les devuelven las ilusiones y las ganas de vivir. No tiene que ser un amante. A veces es el trabajo, otras serán nuevas amistades no compartidas con la pareja; nuevos o viejos pasatiempos individuales, aficiones o adicciones. Es como si se experimentase que la auténtica vida, al menos la más estimulante, está fuera de la pareja.” *Apoyomatrimonial.com
Por obvias razones, llegará un punto en que el tedio ya no se soportará más y sin necesidad de haberse producido una circunstancia extrema, la relación se disolverá. Por eso es tan importante evitar el aburrimiento antes de que llegue. Aunque si ya ha llegado, también se puede salir de él.
 
Cómo combatir el aburrimiento
Detengámonos a pensar cuál es el comportamiento de un hombre y una mujer que recién conforman una unión: comparten algunos hobbies, ponen especial cuidado a su aspecto físico, a los modales, a la forma de expresarse ante el otro, además son atentos entre sí, realizan planes diferentes cada semana, se ríen más tiempo de lo que discuten, se comunican; en fin, se conquistan día a día en las minucias.
No cabe duda que es necesario renovar el matrimonio. Y esta renovación incluye el romanticismo y el cuidado de los pequeños detalles, aspectos que reciben tanta atención en los inicios de la relación.
Por lo tanto la mejor estrategia para rescatar un matrimonio del aburrimiento, es saber cambiar juntos. Hay que descubrir a esa nueva mujer o ese nuevo hombre que está al lado, en vez de buscarse uno nuevo. Sabemos que las discusiones y las diferencias siempre van a existir, por eso hay que trabajar juntos –hombro a hombro- en la relación conyugal, y volver a sacar brillo al matrimonio.
Finalmente, una reflexión de Aníbal Cuevas, autor citado al inicio de esta nota: “Para disfrutar del matrimonio hace falta estar enamorado y para estar enamorado hace falta estar dispuesto al sacrificio. De esta manera la felicidad es consecuencia del olvido de uno mismo y la entrega al otro en lo cotidiano de cada día. Si te lo propones, se pasa muy bien en el matrimonio.”

Matrimonios en riesgo: 17 banderas rojas

Cuando el matrimonio pasa por un mal momento, hay ciertas señales que pueden alertar a la pareja de que algo no anda bien. Detectarlas y afrontarlas a tiempo, es una de las claves para impedir que las crisis hagan mella en la relación matrimonial.
Un matrimonio, como el cuerpo humano, puede sufrir enfermedades. Por eso, conviene aplicar en la vida matrimonial, dos consejos fundamentales de la medicina: la prevención y la curación.
El hecho de identificar oportunamente una dificultad y proponerse a superarla, por más grave que sea, puede cambiar el rumbo de la crisis, incluso se puede convertir en una experiencia que brindará mayor solidez al matrimonio.
El autor Francisco Gras colaborador de La Familia.info, describe 17 banderas rojas que todo matrimonio debería corregir para evitar el divorcio.
 
1. Administración
Cuando hay una mala administración de los ingresos y los gastos familiares, sin presupuesto ni control, que originen un endeudamiento o derroche excesivo para la familia.
 
2. Amistades
Cuando se fomentan malsanas amistades del otros sexo, incumpliendo el compromiso de fidelidad voluntariamente aceptado al casarse.
 
3. Cambios
Cuando piensan y dicen que, es el otro el que debe cambiar.
 
4. Comunicación
Falta de comunicación entre ellos, para comentar los posibles problemas, y estar al corriente de las actividades de cada uno y de la vida que les rodea.
 
5. Dejadez
Cuando empieza una continua dejadez física y mental, engordando desmesuradamente, descuidando la imagen, el arreglo personal, la ropa, el orden de la casa, o lo demás que curre a su alrededor.
 
6. Dinero
Cuando tienen economías separadas, ocultas, sin informar de los gastos e ingresos personales y viviendo un ritmo de vida económica, superior a las que debería llevar como familia.
 
7. Gastos
Excesivo gastos en atenciones personales en el vestir, embellecerse, alternar con amigos, compra de caprichos, juegos, etc.
 
8. Hijos
Obsesión por tener hijos cuando médicamente han demostrado el grave riesgo, debido a la edad, situación física o de salud. Achancando a la otra persona, su mala voluntad o imposibilidad de tener hijos.
 
9. Impedimentos
Cuando se impide a la otra persona o a la pareja, que fomente su crecimiento personal en materia religiosa, profesional o social.
 
10. Maltratos
Cuando se maltrata o abusa con palabras, hechos, emociones o físicamente, a la pareja o familia, para dominarla y subyugarla.
 
11. Matrimonios interraciales, interculturales o intersociales
Cuando no existe un deseo de acoplarse uno al otro, dejando a un lado las costumbres que no sumen al matrimonio.
 
12. Noviazgo
No cumplir con los objetivos y promesas que pactaron en el noviazgo.
 
13. Obsesiones
Cuando existe una obsesión por llegar a posiciones económicas o sociales inalcanzables, y continuamente se le achaca a la otra persona que, por su culpa, no llegan a alcanzarlas.
 
14. Tiempo
Cuando el marido o la esposa, pasan mucho tiempo fuera de la casa, alejados de sus obligaciones familiares, dedicándose a otras actividades no prioritarias como: asistir a reuniones religiosas, salir frecuentemente con amigos, practicar deportes que le lleven mucho tiempo, visitas a la familia abandonando la propia, etc.
 
15. Última alternativa
Se casaron únicamente por egoísmo mutuo o individual, por deseos de compañía o por egoísmo personal. El amor mutuo y la entrega incondicional, quedaron en segundo lugar.
 
16. Vida en común
Cuando alguno de los dos, o los dos, hacen su propia vida independiente, sin importarle la vida que realiza su pareja. Solamente regresan a la casa, para comer, dormir y poco más.
 
17. Yo, primero
Cuando el "Yo" es superior al "Tú" o al "Nosotros" y las acciones que toman los esposos están presididas por el que “Yo soy” antes que nada. "Primero yo", es egoísmo puro y egocentrismo, incompatible con el “Tú”, que es amor, entrega y sacrificio.

Formas de revitalizar el amor

Hay una gran diferencia entre esperar que las cosas sucedan y hacer que las cosas sucedan. Para mantener vivo el amor a través de los años, hay que trabajar en ello, pues no es algo que se de por hecho. Ambos cónyuges deben buscar la forma de enamorarse todos los días.
Varias veces hemos escuchado que el amor es similar a una planta, la cual hay que regar todos los días, sacarla un rato al sol, echarle abono, quitarle las hojas deterioradas, en fin, cuidarla para conservarla viva. De igual manera sucede en la relación conyugal, todos los días debe haber un cuidado que hacer para que el corazón no deje de latir.
Las siguientes son cuatro propuestas de fortalecer el amor, pero hay muchas más, es cuestión de “querer, querer”.
 
1. Dedicarse tiempo
Para conectarse de nuevo hay que dedicarse tiempo el uno al otro, pero ese tiempo debe ser de calidad; sin prisas, sin hijos, sin quejas, ni reclamos. Los especialistas aseguran que una cita semanal fortalece el matrimonio, pues mejora la comunicación, aligera el estrés y favorece la relación romántica y sexual.
Además de una cita semanal, es importante que la pareja busque otros espacios para disfrutar de la compañía mutua, como por ejemplo, compartir un hobbie, practicar algún deporte, tomarse un vino después de la jornada laboral, ir al cine... También se puede sacar provecho de las actividades cotidianas: hacer las compras en el supermercado, llevar a los hijos al colegio, desayunar antes de salir de casa, encontrarse para almorzar, entre otras.
 
2. Recuperar el romanticismo
Si bien el romanticismo se suele asimilar sólo con el noviazgo y el enamoramiento, en el matrimonio puede tener aún más importancia. “Hay parejas que creen que ya no están enamorados, porque no sienten esa emoción que muchas veces sentimos cuando estamos en la adolescencia, y en la juventud, pero esto es sólo una confusión, porque cuando estamos realmente enamorados de la persona con la que estamos casados, los sentimientos son diferentes, porque simplemente ha madurado nuestro amor, nuestro sentimiento, y nuestra relación en general.” Explica la autora y educadora Maria de los A. Pérez.
El romanticismo es por lo tanto, la forma como los cónyuges recuerdan y reviven la decisión de amarase. Por eso, más que una flor, unos chocolates o una cena -que también son necesarios-, el romanticismo es volver a cuidar de los detalles, puede ser una llamada, un abrazo, un gesto de colaboración, una palabra cariñosa, como también cuidar la apariencia física para agradar al otro, cuidar los modales... En fin, es un trato cálido y delicado, propio de una pareja que busca cultivar su amor.
 
3. Demostrarle al otro que es importante
La rutina y las diversas ocupaciones muchas veces hacen que nos olvidemos del cónyuge, damos por sentado que está bien y no nos damos a la tarea de escucharle, de preguntarle cómo se siente. Esto genera un clima de despreocupación por el otro y muchas veces de discusión.
El diálogo es la vía por excelencia para conocer qué le pasa al otro, tal vez detrás de los reproches, el mal genio y las disputas, hay temores e inseguridades que sólo se pueden descubrir tras una charla de completa intimidad con el cónyuge. De estas conversaciones se suelen sacar frutos que mejoran la relación, pues se toma conciencia de que sólo el cónyuge, puede ser esa persona que nos llena, nos escucha, nos apoya, y por eso se reafirma la decisión de haberla elegido.
 
4. Aprovechar las crisis
Los expertos aseguran que las crisis que acompañan las diferentes etapas del matrimonio (no todas las parejas son propensas a ellas) si son bien manejadas, ayudan a descubrir situaciones de mejora en ambos y rompen con la rutina que es el enemigo número uno del amor conyugal. Las pequeñas discusiones se pueden aprovechar, pues las reconciliaciones por lo general, terminan en una noche romántica.
Disposición y voluntad, este es el comienzo de todo buen plan de acción. Para sacar adelante el matrimonio, hay que cuidar de esa mujer o ese hombre que está al lado, en lugar de buscar su reemplazo.

Hombre da 20 consejos para no llegar al divorcio
Gerald Rogers es un estadounidense que desde hace varios años realiza charlas motivacionales. Tiene cuatro hijos y hasta julio de este año, llevaba un matrimonio de 16 años con su esposa Jana. Pero su relación llegó oficialmente a su fin. Luego del rompimiento y afligido por lo sucedido, Gerard decidió sentarse frente a su computador y escribir todo lo que haría diferente si tuviera otra oportunidad, y compartió en Facebook su escrito bajo el título "Los consejos sobre el matrimonio que me hubiera gustado tener". 
 
El mensaje ha sido compartido casi 130 mil veces, es todo un éxito en la red, tanto que despierta un interés especial, pues recomendaciones similares abundan en la web y no con tanta acogida. Tal vez la explicación del éxito en este caso, se debe a que proviene de una persona que fracasó y por eso se convierte en un testimonio conmovedor y real, que podría llegarle a pasar a cualquiera que no se comprometa con su relación matrimonial. Lamentablemente, el ser humano es muy dado a tener que experimentar una situación extrema, para tomar conciencia, valorar lo que tiene y darse cuenta que debe hacer algo.
En total son 20 recomendaciones que -afirma- están orientadas a "aquellos esposos jóvenes cuyos corazones aún están llenos de esperanza, y a esas parejas quienes quizá olvidaron cómo amar". Aunque su mensaje está dirigido principalmente a los hombres, sostiene que también puede servirle a las mujeres.
 
A continuación un resumen de ellos:
 
1. Nunca dejes de cortejar
Nunca dejen de salir. Nunca jamás creas que la tienes asegurada. Nunca te olvides de que ella te eligió, así que no puedes ponerte flojo con tu amor.
 
2. Protege tu propio corazón y ámate a ti mismo
Pero reserva un lugar especial en tu corazón donde nadie más que tu esposa pueda entrar.
 
3. Enamórate una y otra y otra vez
Siempre habrá cambios, tanto en ella como en ti, y es por eso que ambos tendrán que reelegirse todos los días. Cuida su corazón, sino ella puede dárselo a otro y quizás nunca lo recuperes. Siempre lucha por ganar su amor tal como lo hiciste cuando la cortejabas.
 
4. Siempre ve lo mejor de ella
Enfócate en lo que amas y no en lo que te molesta, y así te darás cuenta de que eres el hombre más afortunado sobre la Tierra por tener a esa mujer como esposa.
 
5. No es tu trabajo corregirla
Debes amarla tal como es, sin esperar que ella cambie. Y si lo hace, ama en lo que se convierta.
 
6. Hazte responsable de tus propias emociones
No es trabajo de tu esposa hacerte feliz, tú debes buscar tu propia felicidad y cuando la encuentres, tu alegría inundará tu relación de pareja.
 
7. Nunca culpes a tu esposa si tú te frustras o enojas con ella
Son tus emociones y es tu responsabilidad. Cuando te sientas así, tómate tu tiempo y mira hacia tu interior.
 
8. Déjala ser
Cuando esté triste o molesta, tu único trabajo es abrazarla y apoyarla. Hazle saber que la escuchas, que ella es importante y que tú eres el pilar sobre el cual siempre puede apoyarse. Así confiará en ti y te abrirá su alma. Nunca escapes a estos momentos, quédate y sé fuerte.
 
9. Sé tonto. No te tomes todo tan seriamente. Ríe y haz que ella se ría. La risa hace todo mucho más fácil.
 
10. Llena todos los días su alma
Conoce las maneras en que ella se siente importante, validada y apreciada. Pídele que haga una lista con 10 cosas que la hacen sentir amada, memorízalas y aplícalas todos los días para hacerla sentir como una reina.
 
11. Hazte presente
No sólo le des tu tiempo, sino también tu atención y tu alma. Trátala como si fuera tu cliente más valioso, al que no puedes perder.
 
12. Estimula su sexualidad
Déjala que se derrita en su suavidad femenina, mientras sepa que puede confiar plenamente en ti.
 
13. No seas idiota, pero tampoco temas ser uno
Cometerás errores, pero intenta que éstos no sean demasiado grandes y aprende de ellos. No se supone que seas perfecto, pero sólo trata de no ser tan estúpido.
 
14. Dale su espacio
Las mujeres son buenas para entregar y entregar, y a veces necesitan que se les recuerde que se tomen el tiempo para ellas mismas, sobre todo si tienen niños. Ellas necesitan ese espacio para renovarse, recentrarse y reencontrarse.
 
15. Sé vulnerable
Puedes perder tu entereza de vez en cuando, y compartir tus miedos y sentimientos.
 
16. Sé totalmente transparente
Si quieres que ella confíe en ti, debes compartirlo todo, en especial lo que no quieres compartir. Quítate la máscara y así podrás experimentar el amor en toda su dimensión.
 
17. Nunca dejen de crecer juntos
Cuando dejas de trabajar los músculos, éstos se atrofian. Lo mismo ocurre con las relaciones. Busquen metas comunes, sueños y visiones en las que pueden trabajar como un equipo.
 
18. No te preocupes por el dinero
Trabajen juntos y busquen la forma de equilibrar las fuerzas de ambos para ganarlo.
 
19. Perdona de inmediato y concéntrate en el futuro
Aferrarse a los errores del pasado que tú o ella hayan cometido, es una pesada ancla que siempre detendrá el matrimonio. El perdón es libertad.
 
20. Siempre elige el amor
En definitiva, este es el único consejo que necesitas. Si éste es el principio que te guía, nada amenazará la felicidad de tu matrimonio.
 
"Si tu matrimonio no es lo que tú querías que fuera, toma 100% de tu responsabilidad y comprométete a aplicar estos consejos mientras sea tiempo", anima Gerald.

Lo que puedo hacer yo, para mejorar mi matrimonio
Para que los propósitos puedan llevarse a cabo es necesario en primer lugar creer en ellos, pero no un poco, sino absolutamente; sin miedos ni reservas. Sólo se puede vivir un matrimonio feliz si se está dispuesto a entregarlo todo, hay que atreverse.
El autor Aníbal Cuevas, invita a pensar qué puede hacer "uno mismo" por el matrimonio, y no qué puede hacer la pareja, pues sólo en uno están las posibilidades de actuar. Ya llegará el momento de considerar qué pueden hacer los dos.
Algunos ejemplos de aquello que puedo hacer yo en las palabras de Aníbal Cuevas:

Procurar una vida más agradable a mi cónyuge, haciendo lo que se que le gusta y evitando aquello que le desagrada. Si no conozco sus gustos, es el momento de descubrirlos. Por supuesto hay que evitar llevar la contabilidad de lo que hago, y mucho menos para echar en cara o comparar.
Llenarme de optimismo, confianza y buen humor. Esto tiene mucho que ver con no tomarme demasiado en serio, dramatizando lo menos posible. Los peores dramas son los que están en nuestra cabeza, generalmente no existen pero hacen mucho daño, contaminan. Cuando las cosas no vayan tan bien como pensábamos, fomentar la esperanza y mirar para adelante.
Presentar la batalla en las cosas pequeñas, en las posibles. La mejor manera de fracasar es comenzar con mucho ímpetu y sin concretar. La impaciencia será nuestro peor enemigo. Busquemos pequeños detalles que hacen la vida más agradable a nuestra pareja, puede ser una sonrisa, una caricia, servir un café, hacer un comentario amable, quitar importancia a lo que no lo tiene, un paseo, hacer en casa aquella labor que sabemos que menos le gusta … Lo ideal es tomarse un tiempo, pensar esas pequeñas cosas y escribirlas.
Abandonar costumbres o comportamientos que nos hacen peores personas, programas de televisión basura, amistades inconvenientes, lecturas que desdicen del amor verdadero, aficiones que roban el tiempo al matrimonio.
Y por último, reafirmar nuestro amor en nuestra cabeza y en nuestro corazón. Permitir en nuestra inteligencia y afectividad solo aquello que nos mejora y hace mejor nuestro matrimonio.
Seguramente si queremos mejorar como personas, mejorará nuestro matrimonio.
  
Las cinco etapas por las que pasa el matrimonio
La relación matrimonial, a lo largo de su existencia, pasa por unas etapas las cuales están determinadas por las circunstancias que viven en su momento y también por el desarrollo personal de cada uno de los cónyuges. Cada etapa tiene sus bondades como también sus retos. Lo interesante es que este proceso es de alguna forma previsible y por lo tanto puede ayudar a que las parejas se preparen para afrontar cada una de ellas.
 
Aunque no hay reglas generales, sí es cierto que algunos factores tanto externos como internos, determinan unas condiciones especiales; por ejemplo, no es lo mismo estar recién casados y sin hijos, que llevar veinte años de unión y con hijos jóvenes. Por eso, es de gran provecho para las parejas identificar la etapa que viven y las que están por llegar, para así convertir los desafíos en oportunidades de mejora. Las cinco etapas por las que pasa el matrimonio son las siguientes.
Primera etapa: Transición y adaptación
Comprende aproximadamente los tres primeros años de casados. Es una etapa fundamental puesto que en ésta se establecen los fundamentos o bases de la relación. Durante este tiempo la pareja se adapta a un nuevo sistema de vida, por eso las claves de esta fase son la comunicación y la negociación. Es importante que los cónyuges realicen un proyecto familiar, en el cual se visualicen a futuro y establezcan las metas que quieran lograr.
Los aspectos más importantes para resolver en este período de ajuste son:
o Independizarse de las familias de origen, con el fin de lograr la autonomía que toda pareja necesita para llegar preparada a las siguientes etapas.
o Puesto que es un aprendizaje en un rol hasta entonces desconocido, se requiere paciencia, confianza, tolerancia y apoyo entre los cónyuges.
o Es una etapa para establecer las reglas de intimidad, sobre los gustos y preferencias, y aquellos momentos o situaciones que a cada uno le es desagradable.
o La pareja se prueba en el manejo y administración del dinero, del tiempo, así como en la distribución de tareas del hogar, entre otros. Es momento de decisiones y acuerdos.
Lectura complementaria: Recién casados: ¿cómo acoplarse a la nueva vida?
Segunda etapa: Establecimiento y llegada de los hijos
Ocurre entre los tres y los diez años de casados aproximadamente. Ya ha finalizado la luna de miel y el proceso de adaptación, ahora hay un mayor conocimiento del cónyuge y es probable que las desavenencias sean más frecuentes; o lo contrario sean menos, producto de la madurez adquirida en la primera etapa de convivencia.
En esta fase los cónyuges aterrizan; el amor va acompañado más de la razón que del sentimentalismo. La voluntad juega un papel importante en el binomio compromiso-entendimiento.
En esta época la mayoría de las parejas se convierten en padres; hecho que implica retos diferentes y una nueva organización de roles. Los cónyuges deben evitar que la dedicación que requieren los hijos, no desplace la relación de pareja. También hay que velar para que los compromisos del trabajo, y las demandas de la vida diaria, no inicien un gradual distanciamiento.
Lectura complementaria: Llegada del primer hijo: cuide su relación conyugal
Tercera etapa: Transformación
Suele acontecer entre los diez y veinte años de casados, puede coincidir con la pubertad de los hijos y la edad mediana de los cónyuges. Esta última marca un período de reflexión y renovación en la vida del ser humano; por lo que es importante que el matrimonio se encuentre en un estado saludable y que individualmente se afronte de la mejor manera. Así no se convertirá en una amenaza para la estabilidad matrimonial.
Del mismo modo, los esposos deben procurar que las dificultades que surjan por la crianza de los hijos, no afecten la unión conyugal. La unidad en la autoridad y el trabajo conjunto, deben ser la prioridad.
En esta etapa los cónyuges deben ser bastante creativos, no caer en la rutina (fácil y silenciosa) redescubrirse otra vez como pareja y conectarse nuevamente. Deben recuperar los detalles -si los han perdido-, también compartir hobbies y actividades que ambos disfruten. El tiempo a solas, sin los hijos, es determinante en esta etapa.
Lectura complementaria: Diez causas de la “crisis de los 40” en el matrimonio
Cuarta etapa: Estabilización y “Nido vacío”
Se presenta entre los veinte y los treinta y cinco años de unión. “Cuando las parejas han sido capaces de resolver conflictos y crisis en las etapas anteriores, este es un período de estabilización y una oportunidad para lograr un mayor desarrollo y realización personal, y como pareja.” afirma el autor Francisco Castañera en su artículo "Ciclo de vida del matrimonio".
En esta etapa por lo general se da lugar al síndrome del “nido vacío”, lo que sitúa a la pareja en una nueva forma de vida; ahora están el uno para el otro. Para algunas personas, esta puede ser una situación penosa, pues conlleva al desprendimiento de los hijos, y consigo el sentimiento de soledad. No obstante, es algo que los padres terminan asumiendo y lo superan al cabo del tiempo.
Lo valioso de esta etapa es la solidez y el conocimiento pleno de la pareja: la capacidad de dialogar, de tolerar mejor las diferencias, de reírse de los mutuos errores, de hacer las críticas de un modo amable, de iniciar juntos alguna actividad. Es la ocasión para reafirmar más la creatividad y encontrar nuevos desafíos a la vida matrimonial.
Lectura complementaria: Cómo afrontar el síndrome del “nido vacío”
Quinta etapa: Envejecer juntos
Se da a partir de los treinta y cinco años de matrimonio. Algunas personas optan por la jubilación, así surge algo muy positivo y es que se dispone de más tiempo para disfrutar el uno del otro. Se realizan actividades antes imposibles por las ocupaciones laborales, y surge una gran motivación: los nietos. Estos pequeños le dan luz y felicidad al matrimonio en esta etapa.
Los cónyuges en este tiempo, tienen mucha necesidad de apoyo y cariño uno del otro. Los conflictos en esta fase son bastante menos frecuentes; la mayoría de las parejas se han estabilizado en líneas de poder e intimidad.
Lectura complementaria: Saber envejecer juntos
Para finalizar, una reflexión en las palabras de Francisco Castañera:"Este recorrido, nos lleva a reflexionar sobre lo importante que es valorar durante todo nuestro matrimonio la calidad y cantidad de nuestra intimidad, el apoyo y el cariño que damos a nuestra pareja, y no esperar a la última etapa cuando el final se encuentra cerca."

10 Hábitos para construir un matrimonio saludable
Un matrimonio “saludable” es aquel que goza de una relación armoniosa y comprensiva, la cual se desarrolla en un ambiente agradable, pacífico, amoroso. Aunque no han de faltar las pequeñas discusiones -más que normales-, se sobrentiende que predomina la armonía y no la hostilidad.
Las siguientes recomendaciones son propuestas por el portal Altonivel, las cuales encontramos
acertadas y valiosas. Las compartimos a continuación:
 
1. Elegir cuando discutir
Antes de enojarte y reprender a tu pareja, detente un minuto y pregúntate a ti mismo ¿esto realmente me afecta? Si la respuesta es “no”, da media vuelta y ahórrate la pelea.
 
2. Detective
Si te afectan los errores de tu pareja, en vez de ser hostil, averigua que sucedió realmente. Para esto pregúntale amablemente ¿qué pasó? Anda cuéntame. De esta manera se sentirá comprendido(a) y expresará los motivos de su comportamiento.
 
3. Quejas positivas
Cuando tengas una queja manifiéstala de manera positiva. Por ejemplo, si te molesta pasar poco tiempo con él o ella solo dile, “me haces falta, quizá podríamos pasar más tiempo juntos”.
 
4. Evita decir “lo que sea”
Decir esta conocida frase puede evitar una pelea, pero también crea resentimiento, porque es sinónimo de desinterés por las decisiones que toma tu pareja. Lo mejor es compartir tu opinión real sobre el tema.
 
5. Crea políticas
Si tu pareja hace algo que te afecta o te molesta, como gastos, planes, etc. no te alteres al momento de enterarte, aunque sea difícil. La recomendación es establecer políticas entre ambos, como “ambos debemos estar de acuerdo antes de tomar estas decisiones tan importantes”.
 
6. Demuestra que te importa
La rutina nos hace olvidar preguntas tan básicas, por ejemplo, ¿cómo te fue hoy? o ¿cómo has estado? Esto genera un clima de despreocupación por el otro y muchas veces de discusión. Date un momento para conversar con tu pareja y que ambos se cuenten desde cosas que parecen sin importancia como lo que sucedió a ambos durante el día, así como si se sienten agobiados por algún problema.
 
7. Evita las discusiones sin sentido
Es común que las parejas discutan por el nombre de un restaurante, la fecha de un cumpleaños, etc. pero estos es algo que realmente no vale la pena, mejor consulta con alguien que te verifique la información y listo.
 
8. Disculpas sinceras
Cuando cometes un error, no basta con decir “lo siento” ya que suena a palabras poco sinceras, mejor agrégale un argumento que lo haga más convincente y dile “lo siento porque…”.
 
9. Controla lo que dices
Seguramente más de alguna vez tú pareja se ha molestado porque revelaste algún detalle íntimo. Para evitar este tipo de problemas, establece parámetros de cuáles son los temas que deben mantenerse en privado y los que puedes tratarse en público.
 
10. Dale un reconocimiento diario
Felicita a tu pareja cada día por el lindo gesto que tuvo o porque te acompañó a un lugar, pese a que no era de su agrado. Esto fortalecerá la relación y los hará llevarse mejor.
 
Principios para la buena convivencia matrimonial
El amor y las buenas intenciones son un buen punto de partida para que haya armonía en la convivencia matrimonial, pero es natural que en el día a día salgan a relucir los defectos del carácter y otras actitudes personales que pueden afectar la relación.
 
Una buena convivencia matrimonial repercute positivamente en el bienestar físico y emocional, no sólo de los cónyuges, sino también de los hijos y demás miembros de familia. Brindamos algunas claves para aprender a manejar las situaciones cotidianas y así evitar que afecten el “clima” matrimonial.
¡Afuera el egoísmo! Se es egoísta con el tiempo, con el dinero, con los gustos, con el poder, con las decisiones. Darle prioridad a los intereses particulares, es un paso seguro al conflicto. De ahí la afirmación que el egoísmo no tiene cabida en el matrimonio, pues no es lo “yo quiera” sino “lo que los dos queramos”.
Negociar en lugar de discutir. La vida matrimonial se basa en una negociación continua, donde no hay ganador, ni perdedor. Por eso la relación y los acuerdos se deben basar en un ganar/ganar. Cada uno debe buscar que los dos ganen en cualquier aspecto: en las decisiones, en lo económico, en lo sexual, en el hogar, etc.
No tomar como propio las actuaciones del cónyuge. Más bien hay que pensar que eso que nos molesta es un rasgo de la personalidad de él/ella. El cariño y el ejemplo es la mejor manera de ayudarle a mejorar sus defectos.
Hay que ceder. Quienes que se quedan estáticos en sus opiniones, están fomentando un disgusto sin necesidad. Alguno de los dos debe dar el brazo a torcer; a reglón seguido, el otro cederá. En el matrimonio hay que ceder muchas, muchas veces.
“Tratar al otro/a como quiero que me traten a mí”. Aunque suena a frase de cajón, es un principio básico para una buena convivencia.
Evitar el mal genio e irritarse por las pequeñeces. Hay que ser paciente y comprensivo. La ira es perjudicial, la risa es beneficiosa. Los problemas, malestares o presiones no justifican el mal humor ni la agresividad.
Estar en casa en cuerpo y alma. Quiere decir que al llegar a casa hay que tener todos los sentidos puestos ahí, y no en el trabajo, ni en la televisión, ni en el celular, ni en las tabletas. Los pocos momentos para estar juntos, deben ser aprovechados.
Trabajo compartido. No debe haber sobrecarga en ninguno de los dos, cada quien debe tener unas responsabilidades dentro del hogar.
Perdonar significa olvidar, aunque la memoria se resista. Quedarse estancado en el pasado, es negar la posibilidad de vivir un maravilloso presente y futuro.
Cada día se debe manifestar el cariño con alguna acción concreta. El amor se alimenta en la convivencia, en el día a día; no sólo en las ocasiones especiales. Hay que darle al otro lo que espera de uno, algo que le guste a la pareja.
Escuchar el doble de lo que se habla, es la clave del diálogo.
Las decisiones se toman en conjunto. Pensando siempre en el bienestar de la familia.
No importa ser muy distintos, lo importante es respetar la otra forma de ser del otro/a. Aceptar las diferencias de carácter, de competencias, de ritmo de trabajo, y llegar a puntos comunes.
La vida debe ser divertida, a pesar de los pesares. No todo puede ser trabajo, rigurosidad, seriedad, temas trascendentales, problemas. La vida está llena de pequeños detalles y el matrimonio se enriquece con ellos. Por eso las distracciones, el descanso, los planes familiares, las escapadas románticas, y todas las actividades que rompan la rutina son más que bienvenidas. Asimismo, conservar el buen humor hasta en los momentos difíciles, es una de las maneras de mejorar la convivencia.

Seis maneras de tener más tiempo juntos
“El verdadero lujo para una pareja hoy, es conseguir más tiempo juntos y de calidad”, dicen los expertos de LearnVest.com, una página web dedicada a ayudar a las personas a mejorar sus finanzas personales.
¿Por qué un artículo de matrimonio en una página económica? Porque incluso desde el punto de vista financiero, dicen, cuando un matrimonio fija como prioridad su mutua compañía, evitan muchos gastos superfluos e incluso deudas.
“Siga estas fáciles ideas para conseguir más tiempo libre sin niños”, indican en LearnVest.com. Y aunque a primera vista uno pudiese creer que es sólo un mensaje vendedor al estilo “llame ya”, en honor a la verdad estas ideas son muy buenas. Sobre todo porque efectivamente después de la llegada de los niños comienza a ser difícil recordar lo que se sentía siendo “sólo los dos”. Y el tiempo juntos no es lo único que se extraña: también la comunicación, la intimidad y por qué no, el romance.
Puede suponerse que lo obvio para conseguir tiempo a solas cuando se tiene hijos pequeños es contratar una niñera y salir por la noche. Pero los expertos de LearnVest.com entregan algunas ideas más baratas y posibles de lograr en medio de una apretada agenda:


1. Vuelve a crear tu primera cita
Planifiquen una salida a solas, como si fuera la primera. Un almuerzo es una opción simple que hay que programar en el calendario con anticipación y tratarla con seriedad: hacer reserva en un restaurante, vestirse bien para impresionar, guardar el celular y ponerlo en silencio para no tentarse en responder, tuitear ni revisar el correo electrónico. Conversen como si se estuviesen recién conociendo: qué libro estás leyendo, qué hobbie te gustaría empezar, qué lugar quisieras conocer. Te sorprenderás de lo que pueden aprender siempre el uno del otro.

2. Una noche en casa
Si salir fuera de casa no está en el presupuesto, pueden acostar temprano a los niños, arrendar una película, vestirse bien, hacer palomitas de maíz, pero la clave está en elegir la película con antelación para no echar a perder la noche haciendo zapping.

3. En forma juntos
En algunos países aún existen pocos gimnasios con servicio de guardería, pero siempre existe la alternativa para hacer deporte juntos en un horario en que los niños estén con alguien. Además de ser una experiencia de unión, secreta endorfinas, mejora el carácter y ayuda a disfrutar de las cosas simples de la vida.

4. Utiliza tus talentos para “comprar” tiempo a solas
Siempre existe la alternativa de turnarse con hermanos o amigos a cuidar respectivamente a los niños el día que quieras salir. Pero eso implica renunciar a algún fin de semana para quedarse a cargo de los demás niños. Una novedosa alternativa es intercambiar talentos: si la fotografía es lo tuyo, la oferta es tomar una foto familiar a tus amigos o retratos a sus hijos, a cambio que ellos cuiden a los tuyos un sábado. Tal vez puedes hacer clases particulares, cocinar la torta de cumpleaños, etc.

5. Planificar mejor la niñera o baby-sitter
Si alguna vez decides contratar a una baby-sitter, que sea por algo de verdad importante y en ese sentido, planifícalo con anticipación. Por ejemplo: para ir juntos al concierto de su grupo favorito, o al estreno de una película que sueñas ver, o al matrimonio de unos amigos. La niñera, en este sentido, es el recurso para una fecha exacta y panorama real.

6. Los fines de semana y las vacaciones
Los expertos de LearnVest.com explican que los matrimonios con hijos pequeños muchas veces cometen el error de elegir el lugar en que supuestamente van a descansar sin averiguar si allí hay entretenciones para niños. Lo que podría ser tiempo de relajo y descanso termina siendo una tortura. Por eso, la próxima vez que quieran sacarle el jugo a su tiempo juntos y en familia, pregunten si las condiciones del lugar son las más apropiadas para los más pequeños.

Beneficios del “tiempo solos”
- Aumenta la felicidad
- Abre la comunicación
- Fortalece el vínculo
- Mejora el matrimonio
- Ofrece a los hijos un buen ejemplo para sus futuras relaciones

Señales que delatan una mala comunicación conyugal
Uno de los requisitos para obtener la licencia de conducir es conocer las señales de tráfico. En el matrimonio también es necesario reconocer ciertas señales de peligro asociadas con una mala comunicación, que son esos modos habituales de manejar conflictos o de hablarse, los cuales inadvertidamente van erosionando la relación y pueden hacer de la convivencia un verdadero martirio o incluso llevar al rompimiento definitivo.
 
Markman y Stanley, dos veteranos investigadores de la Universidad de Denver, destacan cuatro patrones de interacciones conflictivas que a menudo conducen a problemas serios en el matrimonio. A continuación los describiremos y luego daremos algunas ideas para contrarrestarlos.
Primera señal: Escalada
Los miembros de la pareja entran en el ciclo de devolver lo negativo con negativo subiendo el tono. Los comentarios crecen en forma de espiral hasta despertar la frustración y la ira. Las discusiones se intensifican y se salen de control llevando a los cónyuges a herirse el uno al otro con palabras, gestos o comentarios que después son muy difíciles de olvidar.
La escalada puede darse sin gritos pero con la misma espiral negativa. En cualquier caso, afecta mucho la relación porque si se vuelve habitual alguno de los dos puede llegar a la conclusión de que es más seguro no volver a hablar para no terminar así.
Segunda señal: Invalidación
Uno de los cónyuges en forma sutil o directa menosprecia los sentimientos, los pensamientos o la forma de ser del otro. Se da también cuando uno de los dos espera un elogio por algo que ha hecho bien y el otro no solo lo ignora sino que se lamenta o hace reclamos por algún asunto de menor importancia.
La invalidación es un mal hábito que hiere y lesiona la autoestima del cónyuge. La víctima se cuida de no divulgar sus sentimientos o pensamientos más íntimos para no salir herido en el futuro por haber compartido algo personal. Se convierte en la antítesis de la comunicación, que esencialmente consiste en abrir libremente la intimidad para compartirla con el otro.
Tercera señal: Evasión
Ante un problema que amerite una discusión, uno de los cónyuges evita entrar o a permanecer en ella. El evasivo procura que los temas difíciles no se planteen nunca. En el hombre suele darse más la evasión o la retirada que en la mujer porque él se estresa más que ella ante la posibilidad de un conflicto. Esto lo convierte en más vulnerable y por eso prefiere evitarlos en vez de confrontarlos. La mujer en cambio, es más perseguidora…, consiguiendo que el hombre se aleje todavía más.
Cuarta señal: Interpretaciones negativas
Uno de los cónyuges suele creer que los motivos del otro son más negativos de lo que en realidad son. Es un patrón muy destructivo e impide que un conflicto se pueda manejar constructivamente.
Es muy tóxico para la relación porque prácticamente nada de lo que hace uno es reconocido positivamente por el otro.
Y tú, ¿cómo te comunicas con tu pareja?
Las preguntas de este test* te darán muchas luces. Utiliza la siguiente escala de valoración de tres puntos para calificar la frecuencia en la que tú y tu cónyuge experimentan cada situación: 1: nunca o casi nunca; 2: a veces; 3: frecuentemente.
*Tomado de Fighting for your marriage, Markman, Stanley, Blumberg
Cómo detener los patrones negativos
Entender las diferencias entre hombre y mujer en el manejo de los desacuerdos ayudará a intentar el diálogo con una actitud más comprensiva y a ceder cuando resulte necesario por el bien de la relación.
Interrumpir la escalada. Hacer dos cosas: suavizar el tono de voz y comprender el punto de vista del otro disminuye la tensión y detiene la escalada. No es necesario ponerse a la defensiva.
Prevenir la invalidación. Ponerse en los zapatos del otro afina la sensibilidad para entender porqué se siente o actuó así. No es necesario estar de acuerdo con el otro para validar sus sentimientos.
Evitar la evasión. Los que persiguen deben aprender a presionar menos o a hacerlo de manera más constructiva. Los que evaden deben aprender a manejar más directamente los problemas.
Controlar las interpretaciones negativas. La persona que interpreta negativamente a los demás quizá proviene de un hogar con padre o madre que siempre veían negativamente las motivaciones de los demás. Aquí el trabajo es muy personal: preguntarse por el pasado y retomar evidencias positivas del otro para aprender a controlar la forma como percibe e interpreta a su pareja.
El matrimonio se saca adelante entre dos, como entre dos se hace diá-logo, evitando el monó-logo… Es necesario trabajar juntos para conquistar la armonía, para lograr puntos en común, precisamente el significado etimológico de la palabra comunicación.
Ánimo, muchas parejas han logrado mejorar significativamente en su relación después de aplicar estos consejos.
Citar

Lo que no debes esperar de tu cónyuge
Muchos de los problemas matrimoniales tienen su origen en la poca capacidad de los cónyuges para comprenderse a partir de su esencia, del hecho de ser hombre o mujer, pues cada uno tiene un modo de ver la vida, una forma de actuar y de pensar, determinados por su más intrínseca naturaleza.
Somos iguales en dignidad, pero complementarios en cuanto género. El hombre tiene cosas que la mujer no tiene y necesita, y viceversa. Por eso, el matrimonio es una llamada a que dos personas diferentes, hombre y mujer, se unan de forma que sean uno solo.

Sin embargo, uno de los errores más comunes en las parejas es esperar que las mujeres reaccionen como si fueran hombres, o los hombres como si fueran mujeres. Así lo indica María Jesús Álava Reyes al diario ABC.es, quien explica que desde el punto de la psicología “ambas posturas obedecen más al área del deseo que de los hechos; esas expectativas no tienen ninguna base científica, y sus probabilidades de ocurrencia, salvo casos excepcionales, son mínimas”.
La experta señala que las mujeres no deben cometer el error de esperar que los hombres:
Sepan escuchar como lo hacen sus amigas.
No se precipiten, den solución u ofrezcan consejos que no les han pedido.
Tengan parecida sensibilidad y den importancia a las cosas que son fundamentales para las mujeres.
Se fijen en los detalles, se acuerden de las fechas y sorprendan con propuestas creativas.
Sean capaces de no quedarse en la literalidad de las palabras que dicen las mujeres y sepan captar las emociones que se reflejan en su comunicación no verbal.
No interrumpan a la mujer cuando habla.
No reaccionen mal cuando están haciendo algo y las mujeres les pregunten o les pidan su cooperación o ayuda para una tarea específica del hogar.
De la misma forma, los hombres no deben cometer el error de esperar que las mujeres:
Sean concretas cuando hablan, no se pierdan en los detalles y no den rodeos para exponer lo que quieren.
Hagan las cosas de una en una; cuando su naturaleza les permite realizar varias tareas a la vez con la mayor espontaneidad y eficacia.
Sepan que ellos no son buenos conversadores y no pretendan hablar con ellos cuando llegan a casa.
Dejen de ser románticas y se muestren pragmáticas en las relaciones afectivas.
Lo anterior no quiere decir que cada quien se pueda excusar en su naturaleza para no mejorar en ciertos aspectos, sino que es importante conocer las características de hombres y mujeres para no hacerse falsas expectativas y comprender mejor las reacciones del cónyuge ante situaciones puntuales.

Consejos para los cónyuges
El hombre es pragmático, necesita resolver problemas y no tiene la necesidad de expresarse, pero también necesita ser aceptado y valorado. La mujer necesita que se le validen sus sentimientos, necesita ser escuchada y le causa incomodidad cuando no puede expresarse. Ninguno es mejor o peor que el otro, son distintos, maravillosamente contrarios.
Si comprendemos esta diferencia entre hombre y mujer, encontraremos la razón de muchas de las reacciones que el cónyuge presenta ante los conflictos conyugales. Para ello, la autora Nelly Rojas ha descrito una serie de sugerencias para hombres y mujeres a la luz del matrimonio:
o Para los hombres: Escúchela, consiéntala, abrácela en silencio, validando sus sentimientos. Validar no es estar de acuerdo, es aceptar la diferencia. No la ignore, ni la critique. Recuerde que las mujeres hablan de sus problemas para acercarse no para obtener soluciones ni culparlo. Trabaje desde la perspectiva de compartir el poder y el control.
o Para las mujeres: Apóyelo sin criticarlo. No trate de ser la mamá de él al querer cambiarlo. Recuerde que él se siente culpable cuando usted habla de sus problemas. Póngale límites porque así él se siente estimulado a dar más y a cambiar sus conductas disfuncionales. Para ello exprese sus sentimientos en forma asertiva, es decir, sin “cantaleta”. Trabaje para mejorar su autoestima.

¿Por qué fracasan los matrimonios de hoy?
Aníbal Cuevas, reconocido autor y orientador familiar, habla en una entrevista sobre el matrimonio y la vida familiar, basándose en la experiencia que durante años ha ido acumulando. Entre sus principales conclusiones, destaca que la peor amenaza del matrimonio es la monotonía. A continuación reproducimos la entrevista completa.
 
¿Cuáles son los principales problemas a los que se enfrentan los matrimonios hoy en día?
Aníbal Cuevas: Sin duda se trata de un tema muy complejo que engloba muchos ámbitos de la vida, no solo influyen factores personales o de la pareja sino ambientales, sociales, laborales, económicos… Como me gusta ser práctico, enunciaré algunas de las causas de fracaso que está en la mano de los cónyuges evitar.
Nuestra sociedad es excesivamente afectiva y sentimentalista, existe una confusión muy grande entre lo que es el amor y lo que es el enamoramiento. Amar a alguien es querer el bien para él, hacer todo lo posible para que sea feliz, olvidarse de uno mismo… Darse incondicionalmente. El enamoramiento tiene más que ver con estados de ánimo, sentimientos, etc… y es por tanto variable. ¿Es malo el enamoramiento? No, pero como base del matrimonio es muy endeble.
Otro factor de fracaso es el error de concepto entre ser libre y ser independiente. Cuando me caso lo hago libremente, puedo renunciar a cosas libremente, es decir puedo, y debo, ser libre en el matrimonio pero sin perder de vista que este no es la suma de 1+1 sino algo nuevo. La independencia supone desvinculación, falta de comunión, cada uno a lo suyo, estar a la defensiva para que no me anulen.
También quisiera destacar que las psicologías masculina y femenina son distintas, ni mejor ni peor una que otra. El hombre no puede pretender medir o interpretar lo que hace o dice la mujer de acuerdo a sus esquemas, y viceversa. Hay que ponerse en el lugar del otro, conocerle y conocer sus características propias.
Por último, creo que muchos de los fracasos se dan por motivos relacionados con cómo se vive la sexualidad. Aquí la idea del hombre y la mujer son muy distintas. Cuando se circunscribe a lo meramente físico estamos en vías de fracasar; hay que recuperar lo afectivo y lo espiritual en las relaciones conyugales.

¿Qué se puede hacer para que el matrimonio se mantenga unido?
AC/ De manera telegráfica: ser fiel al proyecto común, poner toda la carne en el asador, “quemar las naves”. Mostrar aprecio y respeto a la pareja en pequeños detalles cada día. Ser comprensivos uno con el otro, saber perdonar y pedir perdón, ser agradecidos. No permitir pensamientos tóxicos sobre la pareja sino positivos, fomentar durante el día las ganas de volver a casa; desterrar el victimismo y por último una vida sexual feliz, humana, integrada que busca algo más profundo que el mero goce físico y relacionada con lo más grande del amor: dar vida.
 
¿Qué errores son los que comenten más frecuentemente tanto el hombre como la mujer una vez casados?
AC/ El genial Chumy Chumez afirmaba que el más eficaz disolvente del matrimonio es el aburrimiento y la monotonía. El matrimonio comienza con una ceremonia de compromiso, es desde ese momento cuando tenemos que cuidar lo que acaba de nacer. Estar enamorado no solo del cónyuge sino de la vida en general, buscar razones para vivir, y buscarlas juntos. Pienso que compartir una visión trascendente de la vida es muy importante. Hay que elevar la vida matrimonial, ponerla en otra dimensión y que no sea simplemente algo más de la vida diaria que a veces tanto oprime.
 
¿Qué diferencia los matrimonios actuales de los de antaño, que generalmente duraban toda la vida?
AC/ De entrada soy de los que piensan que cualquier tiempo pasado no fue mejor, no añoro otros tiempos. Es cierto que las legislaciones y el ambiente eran más propicios al matrimonio. Sin embargo lo importante es cada matrimonio, por eso frente a ese 50% de fracasos del que hablábamos al principio, hay otro 50% que cuida su matrimonio, que se preocupa de su cónyuge y sus hijos, que cultiva su amor, que está dispuesto a darse y que, además disfruta mucho de la vida de esta manera.
Quizás hace falta más compromiso, más atrevimiento, más audacia para afrontar cada día con ganas de sacar el matrimonio adelante. Una idea que me parece genial es lo que parece ser que le dijo el Canciller Bismarck a su esposa, “me casé contigo para amarte”. Es decir, me caso contigo porque te amo, pero lo hago para amarte. El amor es algo vivo que se recrea cada día en pequeños detalles.
 
¿Cómo afecta sobre los hijos la relación que mantienen los padres entre ellos?
AC/ Llevo bastantes años impartiendo cursos de orientación familiar y me he dado cuenta de que por mucho que los padres sepan sobre características de los hijos, sobre autoridad, uso del tiempo libre, etc… El éxito en la educación está en el amor que se profesan ellos dos. Los hijos necesitan, para crecer equilibrados y alegres, que papá y mamá se quieran, un ambiente de seguridad física, afectiva y espiritual. Creo que ver a sus padres unidos, demostrándose en pequeños detalles cotidianos su amor e ilusión, verles afrontar juntos los malos momentos y disfrutar de los buenos, compartir criterios; en definitiva procurando un ambiente familiar adecuado, es lo más importante.

¿Qué medidas establece en su casa para mantener la unidad familiar?
AC/ Quisiera resaltar una que me parece el quicio sobre el que apoyar las relaciones y la vida de familia: la comida. Si quieren tener éxito en su vida de familia recomendaría a los padres que realicen el mayor número de comidas en familia, si es posible una cada día. En un ambiente relajado y natural como es la comida, o la cena, se está en mejor disposición de escuchar, de hablar, de ser generosos, educados. Se dan momentos de diversión, de contar anécdotas que quedan en el recuerdo. Por supuesto, los llamados gadget electrónicos (móviles, smartphones, etc….) No están invitados. Es el momento de la familia por excelencia.

Trampas que afectan el matrimonio
En la relación conyugal se presentan situaciones y conflictos que si no se saben identificar a tiempo, pueden pasar a mayores afectando así seriamente la relación. Pero no basta solo con identificar los problemas, es también necesario discutirlos con el cónyuge y atacarlos de raíz.
Estas son las trampas más comunes en una relación matrimonial, según la experta Diana T. de Pozas, del programa Desarrollo y Formación Familiar A.C.:
Egoísmo
Por ejemplo cuando uno de los dos cónyuges no está en disponibilidad de comunicarse porque está cansado, tiene sueño o se siente mal. Y en lugar de explicar su malestar, únicamente se duerme dejando al otro con una sensación de no haber sido tomado en cuenta y de que algo anda mal.
No tiene que ser drástico para que se corte la comunicación, basta con que uno de los dos interlocutores -el que habla o el que escucha - no esté realmente con ánimos de conversar para que se impida una verdadera comunicación.
Activismo
Sucede muchas veces que estamos todos tan envueltos en el activismo, que descuidamos la conversación tranquila con nuestra pareja, y esto, tarde o temprano, afecta la unión matrimonial.
Agresividad
No hay nada que corte más la disponibilidad de una persona para escuchar que una ofensa. Si tenemos quejas o diferencias con nuestro cónyuge, lo mejor es buscar las palabras que tengan el significado de lo que queremos decir pero sin ofender. Algunas frases que podemos prohibir en el hogar son: “Te lo dije”; “Siempre que yo… tú...”; “Nunca me...”.
Hay veces que el enojo o el orgullo nos hacen imposible este propósito de no ofender, pero es mucho más difícil pedirle a una persona que nos escuche y nos entienda, si se siente ofendida.
"Adivinanzas"
Es cierto que muchos años de convivencia permiten a la pareja conocerse mejor, pero aun así, en muchas ocasiones es mejor consultar para saber a ciencia cierta los deseos o pensamientos del otro.
Miedo de hablar
En cada matrimonio hay un tema que es el “talón de Aquiles”, sin embargo, dentro de un marco de respeto, cordialidad y por supuesto mucho amor, hasta los temas más difíciles se pueden y se deben tratar. Asimismo, es importante ser receptivos y calmados al escuchar a la pareja, motivarla y hacerla sentir que en realidad todo se puede tratar y todo se puede arreglar "hablando".
Silencios
Parece una contradicción, pero el silencio es, en sí mismo, un verdadero bloqueo para la comunicación, porque se puede mal interpretar. Si bien es importante y hasta bueno que haya silencios en ciertos momentos (cuando hay una discusión fuerte, que lo único que logra es empeorar las cosas), hay que estar siempre atentos a que en realidad ese silencio no represente un conflicto.
Los silencios después de un enojo, pueden estar motivados por el orgullo. Si éste es el caso, no debemos dudar en romperlo ya que lo único que está causando es una serie de barreras y rencores que no se eliminan con facilidad.


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